KING KONG: se cumplen 80 años de su estreno
A ocho décadas de haber irrumpido en el cine, King Kong es considerado una joya de la cinematografía mundial
Hace ahora ochenta años nació uno de los mayores mitos del cine de aventuras. Su nombre, King Kong. Un enorme gorila que infundía terror entre los habitantes de una isla remota.
Fue un 7 de marzo, pero de hace 80 años, que King Kong se proyectó por vez primera cautivando para siempre no sólo a la crítica cinematográfica, sino al público en general.
Cuando se estrenó en la ciudad de Nueva York en aquel 1933, el impacto fue tal que pronto la cinta se posicionó como una de las más vistas de la época. King Kong recaudó en los primeros cuatro días de exhibición 89 mil 931 dólares, cifra que, para aquellos días, rompía récords de taquilla inimaginables.
La trama de King Kong se centra en la aventura que emprende hacia una isla misteriosa el productor de cine Carl Dehnam (Robert Armstrong) para registrar con su cámara a un supuesto monstruo llamado King Kong. Tiene todo para rodar su aventura, pero necesita a una protagonista, así que por azares del destino conoce a Ann Darrow (Fay Wray) una joven hermosa que acepta el trabajo, debido a los estragos que ha hecho en su vida la gran Depresión Económica que se vivía en Estados Unidos.
Todos ellos, junto al escritor de teatro John Driscoll, emprenden el viaje a la isla y al llegar se dan cuenta que el tal Kong mantiene aterrados a los nativos del lugar. Tras una serie de aventuras, King Kong se apodera de la mujer recién llegada. Los hombres arman una expedición para rescatar a la joven y luego de cumplir su objetivo, regresan a Nueva York con el gran gorila encadenado para mostrarlo como una atracción que más pronto de lo pensado se les sale de control.
La película tiene varias lecturas. Una de ellas es que la historia se desarrolla en un momento histórico: la Depresión Económica que inició en 1929 en Estados Unidos. El personaje de Ann es el de una chica que se queda sin trabajo y está a punto de ir a la cárcel por robarse una manzana, así que acepta el trabajo que le ofrece aquel productor loco para ir a filmar a esa isla lejana.
La otra lectura es que King Kong habla de la sexualidad humana y de sus toques de animalidad, ya que aquel gorila se enamora de la rubia, hecho que le va a llevar a la tragedia. El filme original tenía una escena en la que se veía cómo el gorila le rompe el vestido a la protagonista para después tocarle las piernas y olerse los dedos. Esa animalidad extrema provocó que esa parte fuera cortada y fue apenas en la década de los 90 cuando eso se pudo ver en la copia restaurada.
King Kong es, sin duda, una película que evolucionó radicalmente el mundo de los efectos especiales. Por primera vez en la historia del cine un personaje animado se vuelve el centro de atención de una historia y los actores prácticamente no importan. King Kong es una piedra de toque, porque crea un personaje fantástico y lo vuelve protagónico. No era un Boris Karloff interpretando a un Frankenstein o un Bela Lugosi haciendo a un Drácula, King Kong era un ente que podía existir solo gracias a la tecnología. Así que esta película se adelantó muchísimo a la época y sentó las bases de la animación y los efectos especiales de hoy.
La película pretendía sacar a flote a los estudios RKO, que en plena Gran Depresión se hallaban en bancarrota. Su coste final supuso un desembolso de 672.000 dólares, una cantidad singularmente elevada para la época.
Lo más complicado, naturalmente, fue dar vida al gran gorila. Se utilizaron varias maquetas del animal, la más pequeña de dieciocho centímetros, y sus movimientos se filmaron siguiendo la técnica del stop-motion, es decir, fotografiar una por una y en secuencia sus acciones para crear la sensación de movimiento.
Pretendiendo ahorrar, se aprovecharon decorados rescatados de los almacenes de la factoría hollywoodiense. La Isla de la Calavera, la morada de King Kong, era en realidad un conjunto de decorados que habían aparecido un año antes en otros largometrajes de aventuras.
Pero en pantalla nada de eso importaba. Allí los espectadores veían a un enorme gorila que rugía, luchaba contra un enorme tiranosaurio, era capturado y llevado a Nueva York. Finalmente huía por sus calles hasta que llegaba al rascacielos más famoso de la ciudad, el Empire State Building. Escalaba sus paredes y, ya en lo más alto, luchaba contra unos aviones que le disparaban. Qué lejos estaban de pensar los directores de la película que aquella escena en la que el jefe de la policía envía cuatro aviones al Empire State para tirotear desde el aire a King Kong se consideraría, años después, como una de las imágenes más emblemáticas dentro de la industria cinematográfica internacional. Un final que no tardó en convertirse en un icono del cine. Una película de aventuras pero con un trasfondo romántico singular: un amor imposible y sacrificado. La historia de una bestia invencible vencida por el poder del amor.
El personaje de King Kong sentó las bases del género de la animación y la fantasía. Sin duda alguna, la aportación más importante está en los efectos visuales, en el innovador manejo de las maquetas, que al juntarlas con live action, dieron como resultado eso que se vio en pantalla.
Esta obra no solo dio lugar a un nuevo género cinematográfico centrado en criaturas monstruosas y gigantescas, sino a la moda interminable de destruir Nueva York.
En 1991 la película fue catalogada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el Registro Nacional de Cine.
Otras adaptaciones
La primera King Kong muestra una manera de hacer cine completamente diferente. A pesar de que los efectos han quedado anticuados, se ve con enorme placer y emoción. Dos veces se intentó igualarla con nuevas tecnologías pero se fracasó rotundamente.
En 1976 el productor Dino De Laurentis realizó una nueva adaptación. Dicho filme, que tuvo el -para ese entonces- gigantesco presupuesto de 24 millones de dólares, hizo algunas modificaciones sustanciales en la trama y lo más notable fue que King Kong subió a las hoy extintas Torres Gemelas y no al edificio Empire State. Aunque logró recaudar 52 millones 614 mil 445 dólares, no fue considerado un éxito cinematográfico.
La otra adaptación corrió hace ocho años y estuvo a cargo del neozelandés Peter Jackson, artífice de la trilogía de El señor de los anillos. Tuvo dentro de su elenco a Naomi Watts, Adrien Brody y Jack Black. Este proyecto regresó a la esencia del filme de 1933 y respetó el hecho de poner a King Kong en el Empire State, valiéndose de la tecnología de la época que le permitió generar importantes efectos visuales. Con un presupuesto de 207 millones, esta versión ingresó a taquilla 550 millones 517 mil 357 dólares. Pero aunque las ganancias no fueron nada despreciables, en cuanto a fenómeno cultural esta cinta quedó muy lejos de la primera, la cual sí permaneció en la memoria de varias generaciones.
El Kong de Jackson es visualmente impresionante, sin embargo, la película es larga y termina por cansar. La del ’76 es tan desangelada y se mantiene en la memoria solo gracias al erotismo de la escena de la cascada. King Kong puede hacerse cuantas veces se quiera, con más efectos e incluso en 3D, sin embargo, nunca se mejorará la estupenda historia de 1933.